Congregación para las causas de los Santos
Lleida
Beatificación y Canonización de la Sierva Dios
Esperanza González Puig
Fundadura de la Congregación de las
Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María
(1823-1885)
La Sierva de Dios Esperanza González Puig se vio afligida agobiada por muchos dolores y angustias, sin embargo, como el Apóstol Pablo, de su pobreza y del anonadamiento singular de sí misma hizo un instrumento para que el Señor permitiera manifestar su poder y vivir y hacer en ella su morada. Pues en ella, unida a Cristo, se ofreció como hostia viva, para reparar los pecados de la humanidad y de un modo especial se entregó a la redención de las mujeres que vivían en el vicio.
Esta Sierva fiel del Señor nació en la ciudad de Lleida, en España, el 19 de mayo de 1823 en el seno de una familia cristiana. Desde su infancia fue enriquecida con especiales dones sobrenaturales. Se dice que a los seis años tuvo una visión de Cristo con la cruz. Al año siguiente manifestó el deseo de consagrarse a Dios en la vida religiosa. En su adolescencia se quedó huérfana. En el año 1837 hizo voto de castidad y se dedicó con mayor intensidad a la oración y a la mortificación para poder comprender mejor cuál era la voluntad de Dios sobre ella. Después vivió una difícil crisis espiritual, incluso con intentos de quitarse la vida. Guiada por los consejos de su confesor José Escolà, superó las dificultades y, comprendiendo que de ningún modo debía dejarse llevar por los halagos del mundo, se convirtió definitivamente a Cristo.
Además conoció que el Señor la llamaba a fundar una nueva familia religiosa. El 15 de octubre de 1852, con el consentimiento de su director espiritual, hizo, de forma privada, la profesión de los consejos evangélicos. Diez años más tarde pudo infundir vigor en la comunidad que ya tenía en su espíritu. En el mes de mayo de 1862 inició la vida común con otras compañeras; y al año siguiente, recibida la aprobación definitiva del Obispo de Lleida, nació la Congregación de las Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María, para prestar ayuda principalmente a las niñas abandonadas (o excluidas) y a las mujeres disolutas.
El Instituto fue creciendo y abrió nuevas comunidades, haciendo frente a varias adversidades y hostilidades. La Sierva de Dios gozaba de peculiares dones espirituales, a los que, sin embargo, se añadían algunas enfermedades y vejaciones diabólicas. Ella recibió con humilde gratitud los dones del Señor y afrontó con fortaleza dificultades e incomprensiones.
Manifestó su amor al Redentor observando fielmente los mandamientos y ejerciendo con constancia las virtudes cristianas y religiosas. Incluso entre las tribulaciones y la aridez espiritual se mantuvo fuerte en la fe y renovaba con frecuencia las promesas bautismales. Se declaró dispuesta a soportar las mayores angustias con tal de cumplir en todo la voluntad del Señor. Alimentó su vida con la piedad espiritual hacia la Eucaristía, la Pasión y el Sagrado Corazón de Jesús y la Virgen María. Con suavidad y fortaleza al mismo tiempo se dedicó al cuidado y consuelo de las mujeres necesitadas; se portó amablemente con sus hermanas y fue misericordiosa con todos. Ya desde su juventud socorrió a los pobres y ayudó económicamente a los seminaristas necesitados.
Gobernó con prudencia a su Instituto, dio sabios consejos y en los casos más difíciles acudía a pedir auxilio a personas prudentes. Tenía a raya sus sentidos con muchas penitencias. Obedeció con prontitud a sus directores espirituales y a las autoridades eclesiásticas. Tuvo la pobreza como “gracia y perla” del Señor y la practicó de un modo ejemplar. Conservó fielmente la castidad, evitando los peligros.
Se consideraba a sí misma como una pobre pecadora, pero nunca dudó de su salvación eterna, atribuyéndola no a sus propios méritos, sino a la misericordia divina. Tras una breve enfermedad, pasó a la casa del Padre el 5 de agosto de 1885.
Habiéndose difundido la fama de santidad, el Obispo de LIeida incoó la Causa de beatificación y canonización con la celebración del proceso diocesano (1991-1993), cuya validez jurídica reconoció la Congregación para las Causas de los Santos el 18 de noviembre de 1994. Preparada la Positio, se discutió, según las normas acostumbradas, si la Sierva de Dios practicó las virtudes en grado heroico. Dado el éxito positivo, el 12 de abril de 2005, se tuvo Congreso Peculiar de los ConsuItores Teólogos. Los Padres Cardenales y los Obispos, en Sesión Ordinaria del 13 del siguiente mes de diciembre, escuchada la relación del Ponente de la Causa, Excelentísimo Andrés María Erba, Obispo de Veliterni-Signini, declararon que la Sierva de Dios practicó las virtudes teologales, cardinales y a ellas anejas en grado heroico.
Hecha después una cuidada relación de todas estas cosas al Sumo Pontífice Benedicto XVI por el suscrito Cardenal Prefecto, Su Santidad, recibiendo los votos de la Congregación para las Causas de los Santos y ratificándolos, hoy ha declarado: Constare de virtudes teologales Fe, Esperanza y Caridad a Dios y al prójimo, y de las cardinales Prudencia, Justicia, Templanza y Fortaleza, y anejas a ellas, en grado heroico, de la Sierva de Dios Esperanza González Puig, Fundadora de la Congregación de las Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María, en el caso y para el efecto de que se trata.
El Sumo Pontífice ha mandado que este decreto se haga de público derecho y se conserve entre las actas de la Congregación para las Causas de los Santos.
Dado en Roma, el 28 de abril del Año del Señor 2006
JOSÉ Cardenal SARAIVA MARTINS
Prefecto
EDUARDO NOWAK
Arzobispo titular de Luni
Secretario